top of page

Conjuros es una obra que integra la danza, las visuales y el canto. Expresa y reflexiona  sobre la relación con nuestros deseos. En su multiplicidad de imágenes poéticas la acción de conjurar es el puente que pone de manifiesto esa relación. Los cuerpos y los espacios transmutan interrogándonos sobre nuestras partes. Impulsos vitales.

 

Ruego encarecido, juramento, encantamiento, conspiración maligna, exorcismo, impedir o alejar un daño, fórmula mágica que se dice, recita o escribe para conseguir algo que se desea. En la obra las conjuradoras reconocen su deseo y lo honran en sus bailes. Escapan del corral, caminan su historia infinita, peinan su huella, celebran el encuentro, vuelven al fondo del mar, se vinculan, sacuden sombras, siembran desde el vientre, invitan a latir.

 

 

La obra se estructura a partir de sus imágenes poéticas. “La imagen poética es una emergencia del lenguaje, está siempre un poco por encima del lenguaje significante. La vida de la imagen esta toda en su fulguración, en el hecho de que la imagen sea una superación de todos los datos de la sensibilidad.” Se invita al espectador a viajar entre la ensoñación y la vigilia en siete escenas que forman sistema entre sí como una maquinaria autopoiética. Es a la vez un devenir de expresión y un devenir de nuestro ser.

 

 

La compañía Hystera se formó en marzo del 2013 con el fin de llevar adelante una investigación fundada en los textos y pensamiento de Casilda Rodrigañez Bustos: “El deseo sexual en la mujer pasó a ser considerado lascivo y deshonesto, para que cuando emergiera en la mujer, ésta se sintiera culpable y aborreciera y se distanciara de su propio cuerpo. Por ello la mujer empieza a andar tiesa como un palo, deja de sentarse  en cuclillas y se generaliza el uso de la silla; se va educando el movimiento del cuerpo con el objetivo de paralizar todo lo que se pueda los músculos pélvicos y los uterinos, para que nuestro vientre no se estremezca ni palpite y no aparezca la pulsión sexual. La higiene se convierte en asepsia que elimina el olor de nuestros flujos, que es un factor específico de atracción sexual.” Hemos perdido, a lo largo de la socialización patriarcal, la percepción del estado cambiante de nuestro cuerpo, de cómo lo sentimos, de nuestros diferentes flujos y sus olores.

 

A partir de allí surge el interés de llevar al lenguaje corporal nuestra propia exploración y reflexión poética sobre el deseo. Nos encontramos con un disparador estético y creador, el trabajo de las mujeres mayas del Taller Leñateros de los Altos de Chiapas, a quienes homenajeamos con el nombre de la obra y de quien aprendimos la tradición del conjuro. La existencia de las otras hace posible la realización de lo propio, entendiendo lo propio no ya como algo individual sino como espejo de una subjetividad colectiva. Nos interesa la acción de conjurar en sí misma, recuperar ese acto, o fundarlo en nosotras.

 

Conjuros se fundamenta en la necesidad de poner al descubierto las manipulaciones conscientes e inconscientes que alejan a la mujer y al hombre de su deseo, y propone poner en práctica la acción de conjurar para modificar el orden establecido.

 

“En nuestra sociedad actual todos los bienes materiales y personas son propiedad, es un mundo basado en el sistema carencia/propiedad, según el cual para sobrevivir y no carecer, hay que poseer. Aunque las relaciones vitales no son de acaparamiento, sino de derramamiento de los fluidos que producimos, la posesividad que se crea a lo largo de la crianza y de la educación es un dispositivo sumamente eficaz para que cada criatura interfiera en la autorregulación de su propia existencia, bloquee su fluir, y entre en la dinámica social de la retención y el acaparamiento. Cuando se pierde la posición de reconocimiento del propio deseo (producción propulsora de nuestra vitalidad), entonces el vivir se convierte en ese impulso acaparativo; el deseo se ha convertido en miedo a carecer, y el mensaje codificado que recibimos es que nuestro anhelo de vida se resarce con la apropiación. Del ser deseante, disuelto, fluyente y confluyente en un tejido social de ayuda mutua, se pasa al ente acaparador, definido por los deseos que reprime, por lo que acapara, por lo que es capaz de conquistar, por la cuota de poder que detenta. La vida en lugar de ser una expansión del placer y del bienestar, se convierte en sufrimiento, ansiedad y angustia.”

 

NOTAS Y CRITICAS

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

bottom of page